Lucia Escobar tiene 25 años de ejercicio periodístico en Guatemala, es promotora cultural, editora, escritora y ciudadana comprometida por la visibilización de los derechos de los pueblos indígenas y conservación del medio ambiente. Es hija de una feminista y jueza de familia y un ingeniero civil apasionado de la lectura. Tiene tres hermanas, la mayor; una juez que fue magistrada y también exiliada. Es madre de dos hijos.
Ejercer el periodismo la ha conducido, dos veces, a Escobar al camino del exilio.
La primera en 2011; estaba al frente de una revista impresa y un programa de radio en Atitlán. Denunció la limpieza social en el Lago Atitlán. Los autores empezaron a hostigarla, le obligaron a dejar el pueblo. En ese entonces, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), le brindó medidas cautelares, mientras los autores de las amenazas fueron condenados a 3 años y 8 meses de prisión. La banda fue desmantelada ese mismo año y sus dirigentes apresados.
Su segundo exilio ocurre en octubre de 2023, tras la cobertura periodística en rechazo a Miguel Martínez, exfuncionario de Gobierno de Alejandro Giammattei acusado de corrupción. Transcurridas 24 horas de esa cobertura, recibió un bombardeo de amenazas que la obligaron a abandonar su país, aunque fue acusada de “incitación al odio” y “crimen organizado”.
Más de 20 periodistas se han exiliado de Guatemala en los últimos años, y los que quedan se desarrollan en condiciones de riesgo, las cuales aumentan cuando sos mujer e indígena, destaca Escobar.
Desde la campaña: ¡Las defensoras resistimos! del proyecto: Fortalecimiento de la protección y seguridad de personas defensoras de derechos humanos de Centroamérica ejecutado por Malvaluna y financiado por la Agencia Extremeña de Cooperación Internacional al Desarrollo (Aexcid), habla con nosotras sobre la situación de los y las periodistas en Guatemala y su realidad desde el exilio y la importancia de que las instituciones que trabajan con personas exiliadas incluyan en sus protocolos perspectivas de género para facilitar el proceso de integración.
¿Cuál es tu valoración sobre la situación actual del ejercicio periodístico en Guatemala?
Ahora precisamente estuvo la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) haciendo una visita “in loco” en Guatemala. Se sigue criminalizando periodistas. A muchos periodistas, les quitan la cámara, no los dejan cubrir algunos allanamientos o accidentes, incluso cosas como sucesos (nota roja), de cosas así esenciales, porque en los casos de sucesos los policías siempre están acordonando el área y a veces no los dejan… todas esas condiciones se agravan si sos mujer y si sos indígena. Las periodistas indígenas sufren muchísima discriminación como que nos les perdonan el hecho que se atrevan a hablar, a denunciar, entonces constantemente están siendo agredidas.
¿Cómo se sobreponen las mujeres en su ejercicio profesional para reivindicar su valor?
Lo que puedo percibir es que se están agremiado. Hay una red de periodistas indígenas que están tratando de visibilizar su trabajo y de valorizarlo, que la gente las vea a ellas como una fuente de información. El agremiarse es algo importante.
¿Tiene el Gobierno su propio aparato de divulgadores?
El Ministerio Público tiene un “net center” que está documentado. Han salido varios reportajes donde han evidenciado cómo funcionan. En una cuenta muy famosa que se llama “Lord Vader”. Tienen la información directa del Ministerio Público y avisa a quienes van agarrar (detener), o por ejemplo, si van a cancelar la audiencia de (José Rubén) Zamora, (director de El Periódico) lo dice un día antes. Todo lo que sucede con información directa del Ministerio Público. Eso está documentado, no pasa nada porque el ente encargado de investigar es el ente que está haciendo cagadales.
¿Cuál es la actitud de los periodistas frente a este sistema de censura?
Yo lo que veo a nivel general, no solo en Guatemala. Es como entre más censura hay el periodismo se vuelve más fuerte, encuentra maneras de seguir haciendo. Creo que afecta en algún tipo de censura, autocensura, la asfixia económica que tienen los medios, pero siento que el periodista sobre todo latinoamericano es resiliente, estamos acostumbrados realmente a trabajar en condiciones muy precarias.
Muchos incluso regalamos nuestro trabajo con tal de que salga. Tenemos una noticia no nos va a pagar, pero queremos que salga y la publicamos, aunque eso implique lo que estamos pagando. Creo que el periodismo siempre va a encontrar la manera, somos como la mala hierba que vamos a salir donde sea, pero claro que sí hay una autocensura y sí afecta.
¿Cómo afecta la autocensura?
Yo misma, siempre he sido una persona que ha hablado, que nunca he tenido miedo. Hace siete meses que no quería hablar del tema, no me sentía cómoda de expresar mí opinión, que tenía miedo de las críticas en las redes, que me dijeran que me estoy victimizando. Porque veo como tratan a las otras periodistas que están en el exilio, que les dicen que se victimizan, que se están haciendo millonarias allá, que el dorado exilio. Yo salí sin querer hablar de ese tema, de querer nombrarme exiliada, pasé meses sin atreverme a hablar hasta que me ofrecieron exponer mi caso en la Corte Interamericana (de Derechos Humanos) que eran dos minutos y pude poner en palabras y hablar de eso, pero nueve meses después me atreví.
¿Crees que la censura hacia los periodistas ha aumentado en los últimos años o han cambiado la forma de presionar?
Ha aumentado muchísimo la censura, digamos durante muchos años, de 25 años que llevo de periodista; tal vez 18 años. Yo siempre decía que lo único que había dejado la guerra, el único avance que había en Guatemala era el tema de la libertad de expresión a principio del siglo. La libertad de expresión sí existía en Guatemala. Yo misma tenía una columna en el periódico que la nombró Zamora como la página irreverente, yo hablaba cualquier tema, nunca jamás me censuraron.
Es bien importante lo simbólico que, un presidente públicamente diga cosas de los periodistas, que diga que son unos vendidos, que todos no se qué, no se cuanto, todo eso va entrando en la narrativa y la gente va creyendo. Lo ves en El Salvador cuando El Faro saca un reportaje, siempre me meto a leer los comentarios y son 98% en contra de El Faro. Aunque ellos estén diciendo que le roban al pueblo, están haciendo las cosas en su contra, repiten el discurso de Bukele (Nayib).
¿Cómo se puede hacer frente a esa censura?
Las organizaciones que tienen dinero y que las organizaciones internacionales deberían apoyar a medios pequeños, medios independientes, hacer más talleres, que incluso los periodistas exiliados podamos dar talleres para poder seguir trabajando, reportando de nuestro país, seguir remarcando el tema de libertad de expresión como que fuera para niños de primaria. En Guatemala quedan dos periódicos impresos, yo viendo en México que todavía existen las casetas de periódicos… 15, 20 periódicos colgados; si es cierto que es una gran ciudad, pero no podemos tener dos periódicos impresos como en Guatemala.
Los influencers y los generadores de contenido van ganando en dar las informaciones aunque ellos no tengan las técnicas, mecanismos, ni los estudios, ni la vocación de comunicar que tenemos los periodistas.
Se habla de exilio desde muchas perspectivas, pero cuando eres madre ¿cómo se vive el exilio con hijos?
Una cosa increíble es que de todos los fondos que aportan a los exiliados ninguno apoya los temas de hijos. Cuando vas a pedir ayuda nadie ve el tema de los hijos. Porque te quedan viendo como con cara de que ese es tú problema. Tanto hablar que hay que ver con visión de género estas cosas. Las periodistas que han salido sin hijos también les molestan y les ponen mensajes de que abandonaron a sus hijos. O sea si los llevas es malo y si los dejas en malo.
¿Exilio con visión de género… cómo se puede orientar?
Las mismas instituciones podrían tener un equipo que tenga perspectiva de género que sepa ver, por ejemplo, que yo tengo hijos que están en una edad que tengo que meterlos a estudiar. Tuve que tomar la decisión de pedir asilo político que me implica no regresar en cinco años a Guatemala, porque eso me va a dar papeles aquí para que mis hijos puedan estudiar, trabajar y puedan seguir su vida, pero si me dicen regrésate no puedo porque tengo a uno inscrito en la universidad y el otro en el colegio.
Entonces ¿Qué hago?. Lo otro es que nosotros estamos en el exilio completamente solos… tenés como dos vidas. No podes cerrar tu vida allá solo porque te fuiste. Como que no hay un mecanismo de apoyo, como que todos estamos solos. Nadie te dice mira esto es lo que hay que hacer, si quieres tener un seguro aquí, si quieres ir al doctor. No hay nada de eso, estamos como flotando en el espacio viendo cómo sobrevivís. Y yo que salí mejor porque me pagaron el pasaje y durante cuatro meses estuve bien, pero hay casos que han salido por la frontera, sin papeles, sin su pasaporte porque no tenían pasaporte, periodistas que han estado presos en la frontera también, en estos centros de migración y así hay unas situaciones bien precarias.
¿Te ayudaron a salir?
A mi me salvó que había una red y ya había pasado por esto, mi hermana mayor que era juez y magistrada que fue una de las primeras exiliadas. Me pasaron una lista y apliqué a 30 (organizaciones) y solo me dieron dos y todo eso lo estas llenando mientras estas haciendo mil cosas y tenes trabajar y tener mente de escribir un texto e investigar y eso es redifícil. Pase unos meses en los que no podía trabajar me sentaba frente a la hoja en blanco y solo quería llorar porque mi cabeza no me daba para escribir una frase, no podía escribir.
Eso de lo psicológico nadie lo aborda, estarse haciéndose la fuerte frente los hijos, ante la vida y ante todo el mundo y por dentro que te deshaces. Llevaba tanto tiempo sin llorar, fui al ginecólogo me hizo una pregunta y no paré de llorar por 40 minutos de todo lo que tenía trabado.
¿Hay pronto retorno a Guatemala?
Es la pregunta del millón pero yo lo veo difícil, el Ministerio Público todavía le quedan dos años en el frente y eso no es que al día siguiente se limpie todo.
¿Qué te hace mantenerte firme?
Es algo inherente en mí, en comunicar y querer decir lo que pienso, contar historias lindas.
Lo más lindo que me da el periodismo es visitar todo el país y ver tantas historias de gente que está más pisada que uno, que hacen cosas increíbles por el país. Entonces, a veces poder tener ese lujo de ser uno quien cuenta esas historias, es una responsabilidad que no podes renunciar.
No podes decir qué importa, que no salga, que no me van a pagar, no voy hacer nada. Tenes que hacerlo, esto es deber con la gente. (…) Aunque no estés trabajando para ningún medio porque es tan sencillo que un ‘tuit’, luego un amigo periodista saca una nota y se hace más grande, entonces ser muy egoísta de mi parte el callarme y no usar ese poder de convocatoria o de que la gente me escucha, me cree, cree mis historias, se identifica con ellas.
Seguir creyendo que la comunicación y la palabra realmente pueden extender puentes de entendimiento y solidaridad.