La trata de personas representa una de las violaciones más graves de los derechos humanos, y afecta a miles de personas. Pese a su magnitud, hasta ahora se consideraba como una serie de hechos aislados y no como un problema estructural, cuyo origen está en las difíciles condiciones de vida en los países menos desarrollados y la desigualdad existente entre mujeres y hombres.
La trata de personas con fines de explotación sexual afecta mayoritariamente a mujeres y niñas, siendo una manifestación de la violencia de género que convierte a sus víctimas en objetos de comercio, que las desposee de todos sus derechos humanos.
Abordar la trata de personas con fines de explotación sexual desde una perspectiva de género resulta imprescindible, pues solo entendiendo que la discriminación de las mujeres, la feminización de la pobreza, la división sexual del trabajo y de las estructuras sociales que dificultan el acceso de las mujeres a la educación, la salud, al empleo y a los recursos, son los elementos que provocan y sostienen esta situación, será posible también diseñar mecanismos adecuados que contribuyan a su persecución, prevención y atención de las víctimas.